Por Gabriela Narváez y Ana Leyva
- Las vacunas son un bien escaso y debe de ser de distribución gratuita. En los laboratorios autorizados no hay una producción suficiente para toda la población del mundo. Por lo tanto, si las empresas compran vacunas competirán con los Estados.
- Es importante que los Estados sean los que compran las vacunas, porque establecen prioridades. Deben priorizar a los que se exponen más por su labor al servicio del país, y a quienes son más vulnerables. Entre los cuales están los pobres.
- Ellos, en las grandes ciudades viven hacinados, tienen acceso limitado a agua y a útiles de limpieza y muchas veces no cumplen la cuarentena porque tienen que salir a buscar su sustento día a día. A diferencia de los sectores medios o altos, que viven en mejores condiciones, lo que les permite esperar un poco más por la vacuna.
- Si se privatiza la vacuna, las empresas las venderán al mejor postor, al que pueda pagar más. Los pobres quedarán relegados. Tal como lo hemos visto con los medicamentos para paliar los efectos del covid o los concentradores. Las empresas especularon con el precio todo lo que quisieron. Se dice, que eso se puede evitar con el control y fiscalización del Estado. Pero todos sabemos que el Estado tiene escasas condiciones para fiscalizar y menos, en momentos como éste. Si la administración de vacunas depende de las empresas, los pobres serán los últimos en vacunarse.
- Pero además, lo laboratorios que producen las vacunas necesitan que su aplicación sea monitoreada ya que los efectos no están completamente contralados y eso solo lo pueden hacer los Estados. Es por ello que en el mundo solo los Estados ponen las vacunas.
- Finalmente, como dijo alguien, si encuentran algún laboratorio que vende vacunas a privados, digan dónde y cuál es. En el mundo no hay caso de venta de vacunas a privados, por las razones señaladas. Ni siquiera lo hacen, los países más liberales. Miren Estados Unidos o el Reino Unido. Solo en el Perú, el fujimorismo, incluido López Aliaga, y el aprismo plantean que se privaticen las vacunas. Esa postura es inmoral, pues promueven privilegios para quienes tienen dinero, cuando la vida de todos está en riesgo. No señores, no lo permitiremos.