Por Wilfredo Ardito Vega
Son varios los amigos que me han comentado que se sienten totalmente desmoralizados frente a las cifras de la segunda ola y la nueva cuarentena.
En las circunstancias que vivimos, es muy comprensible que afloren sentimientos de frustración y tristeza. Hacia noviembre o diciembre muchas personas pensaban que lo peor había quedado atrás y ahora súbitamente la perspectiva se ha vuelto sumamente sombría. Quienes creyeron que ya no se contagiarían actualmente sienten que la enfermedad está cada vez más cerca. Igualmente, las empresas que lograron sobrevivir el año pasado dudan si ahora podrán continuar. Entre los trabajadores se incrementan los temores: los que perdieron el trabajo temen que no podrán recuperarlo y los empleados temen que lo perderán. En la mayoría de los casos, la pérdida de los ahorros e ingresos es una realidad palpable.
Si bien estas situaciones están ocurriendo en todo el mundo, en el Perú la frustración es mayor por la sensación de permanente ineficiencia e improvisación que generan las autoridades. El año pasado, las tablets para los niños de las zonas rurales fueron recién entregadas en diciembre. Este año, mientras en Chile se está vacunando a todos los mayores de 70 años, acá se pretende priorizar en la vacunación a los miembros de mesa por algún razonamiento delirante.
Sin embargo, creo que para salir adelante de una crisis que puede durar meses o años, es muy importante cuidar nuestra salud mental. y evitar dejarnos llevar por los pensamientos “rumiantes» y fatalistas.
En los tiempos normales, existían muchas formas en que se podían disipar las preocupaciones de la vida, desde ir al cine hasta viajar, desde hacer deporte hasta ir a una fiesta. Conversar con un amigo, salir a comer algo, ir a la iglesia o a un concierto, podían ser acciones que, siendo muy cotidianas, tenían un efecto terapéutico para bajar las tensiones del trabajo, la familia o de otros espacios. Ahora todo eso se encuentra prohibido e inclusive acarrea una fuerte condena moral, el comentario: «irresponsable», de quien añora alguno de esos espacios. Un amigo ayer difundía enfurecido fotos de cuatro personas retozando en una playa desierta, donde era imposible cualquier contagio. ¿Por qué un fugaz momento de alegría puede generar tanta amargura en los demás?
Vivimos un tiempo de muchos golpes emocionales, con fuertes consecuencias también en la salud física. “Dos de mis tíos murieron de COVID”, me cuenta un amigo, “el tercero murió de tristeza”. En este contexto, la salud mental se encuentra seriamente afectada porque las diversas válvulas de escape han sido sistemáticamente prohibidas, en algunos casos desde hace casi un año. El reciente suicidio de un colega, quien señaló entre otros factores, que carecía de dinero para un tratamiento médico resulta un ejemplo que no todos podemos resistir las fuertes presiones que vivimos.
Por supuesto, existen quienes la pasan peor y suelen ser los más pobres. “Me pregunto cómo se sentirán quienes viven en un cuarto, quienes no tienen ventanas ni luz natural”, me dice un anciano profesor. Él y su esposa salen a caminar todas las mañanas y cuenta que esos paseos le hacen mucho bien.
Por eso, es muy importante que en esta nueva cuarentena se haya permitido a las personas salir al menos una hora al día y que no haya restringido la salida de las personas que más necesitan hacerlo, como los niños o los adultos mayores.
Por eso es importante para nuestra salud emocional aprovechar todas las posibilidades que estén a nuestro alcance, dentro y fuera de la tecnología, para abrir la mente y las perspectivas. Por eso es importante mantener los vínculos con quienes queremos, de preferencia viéndolos en carne y hueso, con las debidas precauciones. Por eso es importante aprender a distraernos de las preocupaciones. Una amiga me dice que se siente culpable por ver películas frívolas “nadie se imagina cuánto me relajan”, pero yo le digo que es mucho mejor a ver noticieros o documentales sobre la sordidez del mundo.
Por supuesto, hay personas que se han adaptado perfectamente a la nueva rutina. Entre tareas manuales, trabajos intelectuales, Zoom, aprender idiomas, rompecabezas, creaciones culinarias, así los días se pasan rápido y se sienten tan tranquilos entre cuatro paredes como las monjas de clausura de los conventos de Barrios Altos. Pero no todos tienen esa capacidad y no es humano exigírsela a todos.
A cuidarnos entonces, no solamente del Covid, sino de todo lo que nos genera daño en lo físico y lo mental…y a exigir también que las autoridades tomen en cuenta las necesidades emocionales de los ciudadanos y permitan hacer deporte, ir a la playa, rezar en una iglesia o salir de noche, siempre con las debidas precauciones.
ADEMÁS…
Con la llegada de las primeras dosis de la vacuna, 150,000 integrantes de los servicios de salud quedarán protegidos. Es el primer paso para que los peruanos podamos superar esta experiencia tan difícil.
Confiemos en que pronto lleguen las demás dosis y se pueda vacunar a la población vulnerable, como los adultos mayores. El gobierno peruano tardó mucho más que otros países de América Latina en traer las primeras vacunas y probablemente también tarde más que los otros en comenzar la vacunación masiva. Por ejemplo, en Chile ya vacunaron a los mayores de 85 años y esta semana vacunarán a los mayores de 70.
Pasada la euforia de la llegada de las vacunas, la población debe exigir que se elabore un calendario de vacunación priorizando a la población vulnerable y que se sancione severamente a todo funcionario, político o sus familiares que pretenda vacunarse antes de tiempo.
APORTES Y COMENTARIOS
-Postergar la vacunación para las personas mayores es una falta de respeto a quienes han dado tanto toda su vida (Una abogada).
-La gente cree que la salud mental es un problema solamente de los pacientes psiquiátricos, pero estamos en un contexto donde toda la población está enfrentando esos problemas. Una vecina tenía muchas preocupaciones económicas desde antes de la pandemia y ahora está muy angustiada por la educación de sus hijos. Me han avisado que ha desarrollado una neumonía, pero yo creo que tantas preocupaciones le bajaron las defensas (Un vecino de Surco).
-Entre los alumnos de la universidad donde enseño ya existían fuertes problemas de salud mental, pero no había ningún filtro en el ingreso para detectar los casos. Nosotros teníamos que atender a alumnos que estaban realmente mal. Ahora la situación se ha agravado mucho con la cuarentena y la pandemia (Una profesora universitaria).
-Expreso mi solidaridad con todas las personas que tienen que salir a la calle a trabajar para sobrevivir y sufren la violencia de las autoridades (Un compañero de promoción).
La frase N (sugerencia de un amigo): Si no te enfermas por el Covid, te enfermas por el confinamiento.