Rey, Regidor de la Municipalidad de Lima, conversó con Gran Angular sobre lo realizado en el primer año de la gestión del alcalde de Lima, Luis Castañeda. Realizó un balance de la gestión y criticó la falta de un plan estratégico para combatir los principales problemas de la ciudad. Nos habló, también, sobre cuáles son las prioridades de la actual gestión municipal y como estas no están beneficiando en lo absoluto a nuestra ciudad porque existe mucha improvisación en su ejecución.
P.- La última encuesta de Ipsos mostró que el 64% de limeños aprueba la gestión del alcalde Luis Castañeda, a pesar de que no ha cumplido lo prometido para este año ¿por qué cree que sucede esto?
R.– La alta aprobación del alcalde se debe a una astuta y arriesgada estrategia de publicidad y comunicación en la que se hace creer que se está haciendo lo que realmente no se está haciendo. Un ejemplo concreto son las vallas publicitarias que se colocan en las principales avenidas de la ciudad en la que se dicen que hay una rehabilitación de vías, pero si uno transita por ahí verá que esto no es cierto. Hay una manipulación de la realidad que ha sumado a su aprobación y esto viene acompañado de una estrategia de no tomar ningún tipo de riesgo y mantener todo como está, sin generar incomodidad por los cambios.
P.- ¿Qué balance podría hacer del primer año de la gestión de Castañeda?
R.- Son 12 meses en los que se ha privilegiado la obra pequeña, inmediatista y cortoplacista, y se ha dejado de lado las reformas que Lima necesita. Esto se agrava aun cuando vemos que luego de 12 meses no tenemos ningún plan de visión para la ciudad, no sabemos para dónde vamos, no sabemos si estaremos listos para los Juegos Panamericanos 2019. Considero que son 12 meses que han sido mal aprovechados.
P.- ¿Cuánto de ‘revanchismo político’ podemos encontrar en la actual gestión de Castañeda?
R.– Tengo la sensación de que hay un intento constante de eliminar todo lo que no se ha hecho por el alcalde Castañeda: pasó con Andrade y ahora pasa con Villarán. En vez de continuar y profundizar los grandes esfuerzos que se han hecho para Lima en distintas gestiones, se intentan eliminar, esconder o en todo caso desprestigiar. De esa forma, se perjudica la ciudad, de esa forma retrocedemos y no avanzamos.
P.- Usted ha criticado en varias oportunidades que la gestión de Castañeda no cuenta con un plan de desarrollo urbano integral; no hay una visión a largo plazo. ¿Cuánta improvisación considera que ha habido en lo ejecutado hasta el momento?
R.- Todo parece indicar que la actual gestión no tiene ningún plan. Las obras que se priorizan no responden a una visión o necesidades reales, sino a una estrategia básicamente de comunicación y eso le va a pasar factura a la ciudad tarde o temprano. Recordemos que Castañeda ya ha sido alcalde de la ciudad antes por casi una década y que mucho del caos que vivimos hoy se debe a esa forma de gestión que hoy se sigue implementando.
La realidad nos ha mostrado que no toda obra es buena; hay obras que son malas, hay obras que significan un gasto de dinero innecesario o dinero que está mal utilizado y ese es el problema de no tener un plan, de no saber a dónde vamos. Ese es el problema de no construir una ciudad con mirada de futuro y solo estar pensando en lo que suceda en la siguiente encuesta. La gestión de Castañeda no tiene un plan para la ciudad: se invierte en obras que no están pensadas y esto nos cuesta a todos.
P.- ¿Cómo se realizaron las autorizaciones municipales para la cancelación de los proyectos presentados en la gestión anterior? ¿Bajo qué criterios el Consejo cancela proyectos como el de la reforma del transporte o el proyecto Río Verde?
R.- Nada de eso ha pasado por el Consejo, han sido decisiones unilaterales del alcalde Castañeda y su equipo sin que pasen por el órgano deliberativo de la ciudad de Lima, que es el Consejo Metropolitano. Eso es particularmente grave, pues demuestra una forma de accionar muy oscura, poco transparente en donde no se consideran las opiniones de los distintos actores de la ciudad, entre ellos los regidores que somos parte del Consejo Metropolitano. Entonces, son decisiones que ha tomado el alcalde con su equipo de forma unilateral sin evaluar las opiniones de los distintos sectores de la Municipalidad. Nos hemos enterado de muchas decisiones recién cuando llegaron a la prensa, lo que es absolutamente inaceptable. Por ejemplo, los gerentes están prohibidos de responderme el teléfono.
P.- ¿Hay continuidad en la reforma del transporte iniciado en la gestión anterior, cuál fue la propuesta de Castañeda para resolver el problema del transporte?
R.- Básicamente fue volver al sistema anterior, al sistema del caos, al sistema de las autoridades administrativas a dedo. Sin embargo, en los últimos meses se ha dado cuenta que ese camino no lo lleva a ningún lugar y gracias a la presión ciudadana el alcalde se ha comprometido a continuar la reforma, aunque a la fecha no vemos ninguna acción clara en esa dirección. Si bien se ha mantenido el corredor azul y se ha iniciado con la implementación de Javier Prado, falta aún saber cuándo y cómo va comenzar a implementarse los corredores de la Panamericana Sur y Norte, de la carretera Central y de San Juan de Lurigancho con la avenida Brasil que todavía están pendientes. El alcalde debe decir cuándo va a comenzar realmente una reforma que beneficie a los 7 millones de limeños que utilizan el transporte público diariamente.
P.- Una de las obras más controversiales de este primer año ha sido el By-pass de 28 de Julio. La improvisación de este proyecto la podemos ver desde el tema de la financiación que estaba destinada para el proyecto Río Verde; la destrucción de patrimonio cultural y la manera de obtener los permisos necesarios para iniciar la obra. ¿Es realmente necesario un by-pass en la avenida 28 de Julio?
R.- El Bypass de 28 de Julio no estaba ni en el Plan de Desarrollo Urbano de 2035 ni el Plan de Desarrollo concertado al 2025, así como tampoco en el Plan Vial Metropolitano. Ha aparecido bajo la manga y sin justificación alguna. A la fecha, no hay ningún indicador que señale que ese bypass realmente va a beneficiar el tránsito en la ciudad de Lima. De hecho, la opinión de los colegios de ingenieros de la ciudad ha señalado exactamente lo contrario: que el tráfico se desplazará a los cruces aledaños y no mejorará. Lo que más bien ha sucedido es que se ha utilizado el dinero que podía regenerar todo un espacio urbano de la zona del Rímac y del Centro Histórico. El alcalde ha privilegiado una zona visible antes que invertir donde más se necesita como la zona de Cantagallo o la mejora el río Rímac en la ciudad.
P.- ¿Se consideró que habían otros puntos de la ciudad que necesitan con mayor urgencia una nueva infraestructura vial como Puente Nuevo, el Óvalo Monitor o la Av. Javier Prado?
R.- Lima tiene un sinfín de puntos críticos que tienen que ser intervenidos, no solamente la Panamericana Norte o la Carretera Central o la avenida Javier Prado exigen intervenciones inmediatas. Sin embargo, el alcalde ha decidido ejecutar obras más visibles antes que obras que beneficien a sectores determinados de la ciudad. Eso habla mucho de la forma en que el alcalde gestiona la ciudad: él promociona su imagen antes que el beneficio de la ciudad.
P.- El emblema de la gestión de Castañeda ha sido la ejecución de obras de concreto asociadas a la idea de progreso y desarrollo de una ciudad moderna. ¿Realmente esta es la única vía de desarrollo? ¿Qué pasa con otros temas relegados por este Municipio como la gestión cultural, la gerencia deportiva o la inclusión social?
R.- Primero, eliminar un mito: ¿qué obras grandes ha entregado Castañeda en el año 2015? Segundo, ¿qué obras ha comenzado? Las únicas son el puente de bypass de 28 de Julio, que eliminó el proyecto Río Verde, y que además fue muy cuestionado al igual que el Malecón de la Costa Verde. Tercero, esta ideología de la obra por la obra que pretende decir que toda obra es siempre buena para la ciudad es un error porque de esa manera se malgasta el dinero público ejecutando obras que no necesariamente son positivas para Lima. Eso lo ha demostrado la historia, los urbanistas y arquitectos. Por eso es necesario pensar un poco antes de actuar y que las obras respondan a preguntas mínimas como “¿para qué sirven?” Y si no las respondemos lo que puede estar sucediendo es que estemos malgastando el dinero público de la ciudad.
Esto tiene que venir acompañado, además, de una visión que trascienda la obra de infraestructura. Lima necesita obras de infraestructura, pero tenemos que recortar esta brecha porque afectan a todos los limeños. Eso no quiere decir que aboquemos todos los esfuerzos al fierro y cemento porque hay otros factores que deben ser considerados; por ejemplo, la seguridad ciudadana. El presupuesto para el año de 2016 de la Gerencia de Seguridad Ciudadana ha sido reducido en un 35%; también se ha reducido el cuerpo de serenos de 1400 a 1000 serenos y; por ejemplo, la unidad canina que antes tenía 100 perros ahora tiene menos de 50. El equipo de seguridad ciudadana se ha reducido: ¿Por qué? ¿Alguien ha explicado por qué se ha tomado esta decisión? ¿O es que aceptamos que todo el dinero este orientado al fierro y cemento y la seguridad se deje de lado? Lo mismo sucede con los espacios públicos: el Parque del Migrante está cerrado sin razón alguna, cuando podría estar abierto. Lo mismo sucede con la gestión cultural de la ciudad, Lima es una ciudad pluricultural muy diversa que exige de sí misma visibilizar esa diversidad para poder reconocernos y respetarnos. En una ciudad en donde la discriminación es pan de cada día, lo mejor que podemos hacer es ayudar a entender que todos somos iguales y que deberíamos tener las mismas oportunidades.
P.- Respecto a la gestión cultural, tampoco se continuaron las políticas culturales propuestas por Villarán como el FAEL, la Red Metropolitana de Cultura o el programa Cultura Viva comunitaria; más bien, se cancelaron aduciendo escasez de presupuesto. ¿Cuál fue el impacto de este periodo de “ausencia cultural” en nuestra ciudad?
R.- Plata nunca ha faltado. El Municipio de Lima, en este momento tiene el mayor presupuesto que alguna vez ha tenido. Lo que vemos ahora, no solo es un abandono por la gestión cultural, sino un desprecio por la diversidad cultural. Hoy, la actual gestión se centra en formas de hacer cultura que no son propias de la diversidad cultural de Lima y eso es particularmente sensible, porque se dejan de lado muchos sectores de la ciudad fuera, de un lado. Por eso es que es tan importante apostar por la cultura y entender que esta no es un gasto, sino una inversión en la ciudad y en la gente.
P.- ¿Cómo se están llevando a cabo las prácticas de transparencia en la actual gestión en cuanto a la ejecución de gastos en obras y el acceso a la información?
Esta gestión ha cortado una buena práctica que se implementó durante la gestión de Villarán, que era la de tener concejos metropolitanos abiertos en los que podían participar los ciudadanos, presenciar los debates y saber cómo actuaban los regidores. Hoy, el municipio literalmente trabaja a puertas cerradas. No se permite el acceso de ciudadanos ni se transmiten las sesiones por internet, a pesar de que ninguna de estas acciones representaría un gasto para el municipio, lo que revela la intención explícita de no actuar con transparencia. A ello se suma lo difícil que es acceder a información, tanto para los regidores como para la prensa, que permita conocer el detalle de los proyectos, plazos y presupuestos. Me atrevería a decir que el municipio de Lima actualmente debe ser de las oficinas estatales menos transparentes.
P.- El alcalde de Lima, poniendo el slogan de su partido en obras públicas, como es el caso concreto del Hospital de la Solidaridad, utilizando el color amarillo en todas las obras y uniforme de los trabajadores municipales, que es el color que representa a su partido ¿no hace proselitismo político? ¿por qué se le permite eso, y por qué no hay un pronunciamiento del JNE al respecto?
A un año de la gestión de Castañeda tenemos los Hospitales de la Solidaridad, las Casas de la Solidaridad, las Escaleras Solidarias, los Jóvenes Solidarios, por nombrar algunos. A eso debemos sumar el uso indiscriminado del color amarillo y del nombre del alcalde a lo largo y ancho de la ciudad. Esto es tan exagerado, que en los carteles de los Hospitales de la Solidaridad, que dicen “Solidaridad Salud”, la palabra “solidaridad” es cuatro veces más grande y visible que “salud”. Todo esto, en un contexto electoral, debería sin duda ser investigado por las autoridades competentes. Gran parte de los recursos utilizados en publicidad y propaganda podría servir para mejorar las condiciones de vida de millones de limeños.