Por Renato Roggero S.
En estas semanas previas a las elecciones presidenciales y congresales, en el año del bicentenario de nuestra República mirar la serie recién subida al Streaming: “El Último Bastión”, es una oportunidad para comprender nuestro proceder, como los rasgos de nuestra idiosincrasia, la manera de vernos como grupos que se aíslan por diversas características, por ejemplo: antes por el color de la piel o el título (grado de estudio), hoy puede ser por la religión, el nivel socioeconómico, otros. Lo cierto es que siempre hubo una forma de diferenciar, de aislar, de discriminar por interés. Lo que evidencia el carácter complejo, inestable, incierto que arrastra nuestro país en cada proceso social, político, etc. En general, contar con sentido común es poco probable, pues nadie termina de identificarse con otro íntegramente, pues el interés particular es previo al común.
Sin duda es interesante rescatar los esfuerzos en la serie por dejar el mensaje sobre el carácter débil de nuestro proceso previo a la independencia como los sucesos después de ella, es un reflejo de la debilidad para lograr grandes acuerdos en nuestro país, ya que en la mayoría de las oportunidades las decisiones han contado con la influencia de elites, de intereses particulares, de poder factico, de presión, pero muy pocas veces son organizaciones con agendas coherentes que alberguen interés común las que están detrás de las decisiones.
Somos una sociedad en la cual nos definimos con la etiqueta negativa y a partir de allí nos relacionamos y vinculamos, a partir de allí emergen los “badulaques” que nos engañan. Como ya hemos descrito antes, los políticos de los últimos años no han consolidado una relación de confianza con la gente. “El último bastión” y estos últimos años de crisis marcan de forma clara este carácter caudillista, en ese sentido las elecciones resulta siempre buscando a un salvador, un mesías que nos salve de la debacle.
Lo penoso es que este salvador no tiene que respaldar el interés común, para el peruano lo esencial es que respalde su interés particular, su estado de confort. Solo habría que evaluar la fortaleza de los grupos partidarios, tenemos un candidato congresal que terminó insultando a su propio candidato presidencial cuando viajó a su región, entonces ¿qué respaldo tienen los candidatos en su propio partido? es cuasi inexistente. En la mayoría de los casos quienes salen perjudicados en estos procesos son los partidos y la ciudadanía, ya que nunca se alcanza a fortalecer el partido como organización y la ciudadanía nunca tiene un espacio seguro de representación, sin duda lo mencionado induce a un voto de escaza calidad, ya conocido como el “voto en la cola” o el “voto tras el vox populi que se da al mediodía el día de las elecciones”.
De lo mencionado, es sustancial para la toma de decisión de nuestro voto: la coherencia del candidato y su agrupación. Hoy es fundamental para reducir el riesgo de experimentos políticos, enfocar nuestro voto en respaldar una fuerza política coherente que busca consolidarse como organización política, que busque consensos, ya no pensemos en dar poder mediante partidos tipo cascarón a un grupo de personas, incluso a una persona para que gobierne en soledad, debemos pensar si ese candidato cuenta con una organización sostenible para un gobierno de cinco años, tomando en cuenta las características de nuestro entorno político; es tiempo de valorar y dar oportunidad a la política profesional, bajo esas características las propuestas en estas elecciones se reducen a Juntos por el Perú, Acción Popular, Partido Morado y Fuerza Popular.
Muchos de ellos están en el camino a consolidarse como partidos, pero es una realidad que necesitan de resultados que refuercen la expansión y consolidación. En general, tienen características rescatables, sin embargo, arrastran muchas de las taras descritas, como grupos de poder enquistados en búsqueda de priorizar sus intereses y no el partido, como es el caso de Acción Popular, en algunos casos hasta de corte delincuencial, como Fuerza Popular. Sin duda hay que prestar atención al perfomance de estos partidos en estas últimas semanas de campaña, sobre todo pensando en lo que nos pueden dar a futuro, desde esta tribuna apostamos por el respaldo a organizaciones para decidir el voto.
Asimismo, agregar que se puede hacer muy poco si no se cuenta con reglas de juego que ayuden a solidificar organizaciones más profesionales, en ese sentido es clave repensar el mecanismo de no reelección congresal y alejar a las planchas con políticos novatos, pero a la vez diseñar candados para evitar actores que solo buscan hacer de la política espacio para lobbies. Solo quiero terminar precisando que no solo es importante ver y analizar a los candidatos, sino a las organizaciones que están detrás, es necesario fortalecer al candidato, pero también a la organización e incluirla en nuestra decisión.