Rocío Silva Santisteban, autora del libro “Mujeres y conflictos ecoterritoriales. Impactos, estrategias, resistencias”, nos habla de los principales hallazgos de su investigación y de las razones que la llevaron a realizarla. Ella es además periodista y activista, quien a través de testimonios de lideresas y defensoras, logra abordar en su texto los impactos del extractivismo sobre las mujeres.
Por Magali Zevallos
P.- ¿Por qué un libro sobre minería y mujeres, si el impacto de los conflictos no discrimina sexo ni edad?
R.- Usualmente se cree que el impacto de los conflictos territoriales, originados principalmente por los diversos extractivismos (minería, petróleo, gas, pesca), se da más en los varones, porque son los que tienen la mayor cifra de personas muertas, que la mortandad en conflictos sociales sea masculina, no implica que las mujeres no reciban un impacto muy fuerte, incluso muchas veces en el post conflicto el impacto es más fuerte que en los varones porque hay muchas mujeres que tienen que conseguir justicia, no solo en el Poder Judicial, sino en la comisaría, incluso recogiendo información de los cuarteles del Ejército, etc. Esas mujeres que van en búsqueda de justicia son maltratadas de múltiples formas.
Por otro lado, también hay muchas mujeres que, debido a su personalidad, debido a su carácter, a su liderazgo ético, son permanentemente estigmatizadas, difamadas, insultadas y agraviadas de todas las formas. Por ejemplo, se miente mucho sobre ellas, esta es la forma de descalificarlas estigmatizándolas, diciendo que son mujeres locas e ignorantes, cuando en realidad lo que están haciendo es defendiendo su territorio y el agua.
P.- ¿Tú crees que las mujeres son las más afectadas en los conflictos, por qué?
R.- Yo creo que en general, hombres, mujeres y niños son los afectados. Yo he visto situaciones de niños que son tremendamente afectados, niños que ven a un policía y tiemblan porque piensan que la Policía Nacional los va a reprimir o matar. Lo que yo percibo del trabajo que he venido realizando es que las mujeres se ven muy impactadas en su vida cotidiana en relación con los conflictos, y ese impacto no solamente deja esta huella de violencia, sino que es un impacto que deja una impronta psicológica muy fuerte. Hay una necesidad de preguntarse: ¿por qué el Estado no nos protege? Y eso viene de mucho tiempo atrás, viene de la época del conflicto armado interno, donde el Estado no los protegía, ni a los campesinos, ni a las mujeres, ni a los hombres más pobres.
P.- ¿Cuál es el tipo de violencia de género que más se da en los conflictos sociales?
R.- La violencia sexual, que se ha registrado en zonas como Majaz, como Conga, incluso en la selva. Este tipo de violencia implica no solamente violaciones sexuales, sino también otros tipos de violencia, como desnudamientos forzados, manoseos y también el uso del lenguaje con una agresividad sexual que a las mujeres del campo afecta muchísimo. En el caso de Majaz, por ejemplo, dos mujeres no solo fueron violentadas sexualmente, sino que incluso se les despojó de su ropa interior y la ropa interior fue colgada en unos palos como si fueran unas banderas, como si se tratase de un trofeo que habían recaudado estos individuos después de haber violentado sexualmente a las mujeres. Estas personas han sido denunciadas y la empresa perdió un juicio internacional, y tuvo que reparar a estas dos personas que fueron agredidas sexualmente.
P.- El impacto de la contaminación en zonas extractivas es otra de las aristas que se resalta en tu libro Mujeres y conflictos ecoterritoriales…
R.- En Cuninico ya se han dado como ocho derrames de petróleo y el impacto sobre las mujeres es muy fuerte, porque ellas están ahí, son las que se dan cuenta cuando se da el derrame; mientras los varones, los esposos, los hijos, están trabajando lejos de ahí, porque Cuninico está a ocho horas en deslizador de Nauta en Loreto. Por eso son las mujeres las que tienen que asumir inmediatamente el impacto de ese derrame de petróleo. En primer lugar, tienen que conseguir alimento, porque con el derrame todo lo que está alrededor se vuelve incomestible; en segundo lugar, tienen que monitorear que sus hijos no vayan a recoger el petróleo, porque muchas veces los niños sin la protección debida han ido a recoger ese petróleo, porque les ofrecen cuatro, cinco, seis soles por barril recogido, y eso lo hace la misma gente de PetroPerú, entonces tenemos toda una serie de situaciones de alto riesgo que tienen que gestionar las mujeres.
P.- En el libro hablas de una violencia ejercida directamente por parte del Estado y en todos los testimonios se refleja eso ¿Por qué estas agresiones no se visibilizan?
R.- Exacto, no solamente se dan las violencias de parte de la empresa extractiva con sus imposiciones o con todas sus estrategias jurídicas para poder imponerse con los territorios, sino lo que sucede en concreto es que la Policía Nacional reprime las diversas resistencias, y lo que usualmente no se sabe es que la Policía y las empresas mineras tienen contratos privados y secretos –a través de normas-lo que permite que la policía pueda hacer servicios a privados. Entonces tenemos a un grupo de policías que están financiados por la empresa, que les da rancho (alimentos), que les da donde dormir, que les da incluso automóviles, motos o cualquier otro transporte. Por ejemplo, si se da un enfrentamiento entre la población y los guardias de seguridad de la empresa ¿a quién va a apoyar la Policía Nacional?, obviamente que a los guardias de seguridad de la empresa, porque son los que les están pagando. Nosotros desde el movimiento de derechos humanos nos hemos quejado múltiples veces de esta situación, hemos exigido que esta norma sea derogada, y lo que se está haciendo es tercerizar a la policía, convirtiéndoles en mercenarios.
P.- Hay un patrón de comportamiento de las empresas mineras y de la propia Policía Nacional. Han ido de manera insistente a la casa de Máxima Acuña a intentar expropiar sus tierras, hace poco se ha dado lo mismo en Espinar, en la zona de Alto Huarca que está cerca a la mina Glencore. ¿Qué opinas de este comportamiento cómplice entre Estado y Empresa?
R.- Es pésimo por parte del Estado, estas situaciones no se deben tolerar, estamos prácticamente financiando estos abusos. La policía está trabajando para las empresas mineras, y estamos hablando de cuerpos de élite de la Policía Nacional que han sido entrenados de una manera especial y esos cuerpos de élite son los que están trabajando de protectores de la empresa minera, y tienen una relación agresiva, hostil con la población, incluso con las mujeres, hay un famoso video donde una mujer le pregunta a un policía en la plaza de Cajamarca (año 2012): ¿por qué nos tratan así? este le contesta: “porque son perros”. ¿Eso es lo que piensa la policía de la población? debería haber un monitoreo sobre todo estos aspectos. Todos debemos conocer qué está haciendo la Policía Nacional porque somos los que la financiamos.
Finalmente, son las empresas mineras las que deberían tener un estándar alto de relación con la población, porque son empresas importantes, grandes y formales, son empresas que venden oro y todo tipo de metales a Europa, China.
P.- ¿Qué hallazgos destacarías del libro Mujeres y conflicto ecoterritoriales?
R.- Yo creo que tiene dos tipos de hallazgos, uno está vinculado con el tema teórico, de cómo percibir y entender el tipo de conflicto. Planteo, por ejemplo, otra manera de entender el principio, auge y fin del conflicto, a diferencia de lo que hace la Defensoría del Pueblo, que hace un gran trabajo, pero en relación con el esquema de la percepción del conflicto me parece que es insuficiente. También planteo una perspectiva feminista, el libro tiene una clara perspectiva de género, una clara perspectiva feminista y una clara perspectiva sociológica.
Por otro lado, he recogido muchos testimonios, muchas historias, situaciones dolorosas, de despojo permanente, de hostilizaciones, de estigmatización, donde todo el tiempo se repite un discurso: “eres un ignorante, estás en contra de Perú, en contra del desarrollo”, eso es terrible, todo eso he tratado de ponerlo en este libro.
P.- ¿Cuáles son las recomendaciones en cuanto a políticas públicas?
R.- Las recomendaciones son amplísimas, pero algo que me parece sumamente importante, en primer lugar, es que debería haber un monitoreo serio sobre los impactos de estos conflictos como saber ¿qué es lo que está sucediendo en las zonas de conflicto?, ¿cuántas mujeres son impactadas?, ¿qué edades tienen?, esto para comenzar. Y en segundo lugar, demandar una mayor participación de las mujeres dentro del ámbito de los liderazgos locales, regionales y nacionales, mayor participación en las Mesas de Diálogo, incluso en las propias consultas previas, donde las mujeres no están representadas, o si están representadas, es mínimamente y no se les escucha.