Gonzalo Portocarrero, sociólogo y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) realiza un análisis sobre los resultados electorales. Ante un escenario de segunda vuelta entre Keiko Fujimori y PPK, Portocarrero propone ser más enfáticos en conocer cómo se van a desarrollar las propuestas presentadas en los respectivos planes de gobierno. Afirma que la Izquierda ha aparecido en el escenario político gracias a la presencia de Verónika Mendoza, pero ahora el gran reto es mantener la unidad y construir un programa político más claro y que fomente el diálogo con la inversión nacional y extranjera.
P.- El Sur ha respaldado a la izquierda, tanto al Frente Amplio como a Democracia Directa. ¿Cómo deberían PPK y Keiko Fujimori captar la atención de estos sectores?
R.- El voto del Sur por Verónika Mendoza expresa la reivindicación de una presencia estatal en términos de infraestructura económica y social, pero también de constituir un polo de referencia en términos de una gestión de desarrollo de conjunto del país.
PPK tiene el desafío de que su mensaje llegue a provincias, especialmente, la andina en donde no ha tenido mayor votación. Creo que la figura misma de PPK no lo ayuda, su fenotipo y su forma de hablar son motivos que no generan simpatía en el sur que demanda candidatos que sean como uno. En el Sur hay mucho voto por identificación y empatía guiada por emoción. PPK ahí aparece como una figura extraña y exótica que incluso, de vez en cuando tiene reflejos racistas como cuando dijo que la gente a partir de cierta altura ya no podía pensar porque no había oxígeno o incluso cuando se refirió a Verónika Mendoza al hablar de su “perra vida”. Lógicamente así se aleja de lo que es el común de los peruanos que tienden a simpatizar con las personas que han sido injustamente agraviadas.
P.- ¿Qué sucede en el caso de Keiko Fujimori?
R.- Respecto a Keiko hay mucha desconfianza sobre lo que significa el fujimorismo porque el Sur que ha sido la región más castigada por el conflicto interno, sufrió también los estragos de una represión indiscriminada al mando de un gobierno definitivamente corrupto como el de Alberto Fujimori.
P.- Tanto el Frente Amplio como Acción Popular se presentaron como una opción que buscaba un cambio del sistema. ¿Qué posibilidad existe de que PPK o Keiko logren forjar alianzas con alguno de estos partidos para la segunda vuelta?
R.- Es un buen deseo y es algo por lo cual todos los peruanos deberíamos presionar porque el momento de las elecciones lo que se pone por delante es la diferencia, la institución el conflicto. Al momento de gobernar hay que tratar de lograr acuerdos mínimos, hay que hacer viable este país y si cada partido o cada parlamentario tira para su lado, pues es muy difícil lograr acuerdos colectivos, emprendimientos comunes y el Perú continuaría como una sociedad desgarrada. Debería haber un acuerdo político nacional de priorizar políticas en las que todos estemos de acuerdo para que el Perú de un salto en términos de la institucionalidad que es sumamente deficitaria en todos los campos de la vida social como también los servicios de salud y educación y también en la estructura económica que es deficitaria.
P.- El fujimorismo ha logrado obtener mayoría parlamentaria. ¿A qué responde esta situación? ¿Qué consecuencias para la democracia podía traer la presencia mayoritaria de esta bancada?
R.- Colocaría esta pregunta en términos más amplios, creo que estas elecciones se han caracterizado por la presencia de un discurso moralizador de la ciudadanía que se ha dejado ver en la caída estrepitosa de Alan García y Alejandro Toledo que eran dos candidatos que tenían indicios de corrupción. Es por eso que la ilusión del electorado se dirigió, primero hacia Julio Guzmán, pero cuando injustamente fue defenestrado surgieron como opciones Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea que tenían en común, una presencia más limpia.
Ahora respecto al fujimorismo, la situación se complica porque todavía está vigente la herencia autocrática y pragmática de Alberto Fujimori que sigue teniendo mucho apoyo, sobre todo en los sectores más populares, acostumbrados a ser fidelizados a partir de una política de dádivas que se cultivó en sus 10 años de gobierno y que Keiko continuó a lo largo de los años en el interior del país. Por un lado, está el legado oscuro y popular del padre y por otro está este intento de renovación que quiere dar Keiko al fujimorismo, que tiene que ver con “nunca más 5 de abril” o las compensaciones a las mujeres esterilizadas. Creo que esto ha logrado cierto éxito en “adecentar” el fujimorismo, pero es un éxito relativo porque también hay mucho antifujimorismo que critica el tema de la corrupción, la autocracia y la tendencia a la dictadura. No obstante, la ciudadanía ha realizado un aprendizaje colectivo en estos últimos años: en un país donde hay corrupción, también hay delincuencia y estos elementos pueden convertirse en obstáculos a la sustentabilidad porque en un país donde son normas general la corrupción y la delincuencia reina la inseguridad y el miedo. La mayoría del pueblo peruano ya no está con la idea de que no importa que robe pero que sí haga obra, sino que tiene la idea de buscar gente honrada que pueda conducir con limpieza los asuntos públicos.
P.- Pero este discurso moralizador no se ha visto reflejado en las elecciones para el Congreso de la República considerando que Cecilia Chacón ha sido reelegida, a pesar de estar implicada en un caso de enriquecimiento ilícito…
R.- Eso se debe a que el electorado tiene un interés que no es intenso respecto a la política. El electorado peruano tiene una desilusión por la política, pues ya no es vista como un terreno de salvación. Esto hace que la gente no esté al día de lo que sucede en la política del país, a las personas les interesa mucho más la página de espectáculos que la página política de los periódicos. No hay un seguimiento o una fiscalización ciudadana. En esas circunstancia, personajes de menor envergadura pasan “piola” porque no están identificados por la gente como personas con antecedentes o corruptos, no hay memoria, tampoco hay información suficiente.
P.- Usted se refirió a que la ciudadanía había realizado un aprendizaje colectivo. ¿A qué aspectos se refiere exactamente?
R.- En los 80’ la ciudadanía aprendió que no se puede jugar con la macroeconomía porque nos podemos enfrentar a casos de hiperinflación de 10 000% como en el 1er gobierno de Alan García. Hoy en día, la gente busca mayor estabilidad económica y no más inflación. En la década de los 90’ en el contexto de conflicto armado interno, la gente se dio cuenta de que la violencia no nos llevaba a ningún lado. Aprendió que la violencia no es el camino para nada. Otro aprendizaje importante es que la idea de un gobierno que sea eficaz, justo y fuerte es una idea equivocada porque un gobierno fuerte deriva en corrupción porque no está controlado, hace lo que quiere. Esa idea de buscar un gobierno fuerte, justo pero honrado es la que estuvo detrás del fujimorismo que en su momento parecía un gobierno fuerte, pero después se vio que de justo y honrado no tenía nada, más bien tenía la corrupción por debajo. El último aprendizaje es que es necesario evitar la corrupción porque esta es la madre de la delincuencia porque desinstitucionaliza al país e impide el progreso y el desarrollo.
P.- Bajo estas premisas, parece que Keiko Fujimori es quien tiene más posibilidades de salir elegida en segunda vuelta porque la gente se ha quedado con todo lo “bueno” que hizo su padre…
R.- Los dos grandes méritos que muchos atribuyen al gobierno de Fujimori es que acabó con la hiperinflación y que inició la pacificación del país con la derrota de Sendero Luminoso. En retrospectiva vemos que lo que en su momento pudo parecer algo bueno significó el comienzo de la desinstitucionalización y el comienzo de la desaceleración económica. Hay muchas personas que piensan que la autocracia y el pragmatismo son una buena política para el país. Sin embargo estos ideales están más asociados al mundo popular, que está menos vinculado a la política y que forman parte de las redes de clientelaje que ha armado Keiko Fujimori. Creo que el impulso moralizador ha nacido en las ciudades, en los jóvenes, en los sectores C y B, más que en el D y E en donde está la fuerza de Keiko. Estos sectores que se han modernizado a lo largo del tiempo, ahora tienen más capacidad de aprendizaje y de decisiones informadas. No es raro que haya sido ahí en donde floreció la expectativa de Julio Guzmán. Es ahí donde también ha crecido mucho Verónika Mendoza con la diferencia que ella también tiene apoyo en los sectores D y E.
P.- La distribución de escaños del Congreso está claramente dominada por la derecha de Fuerza Popular y PPK. ¿Qué desempeño debemos esperar de la izquierda que ha regresado al Congreso con una bancada después 30 años?
R.- Yo no diría que estamos frente al “regreso” de la izquierda porque lo que hemos visto es a una persona, Verónika Mendoza, con grandes cualidades personales, joven, muy empática y que genera confianza y credibilidad. Bajo el amparo de esta presencia significativa es que el voto de la izquierda se ha multiplicado. Sin embargo, esos votos realmente no responden a una corriente de izquierda orgánica, sino que son simpatizantes de una persona. Ahora, vale la pena preguntarse si este éxito de Mendoza podrá ser el inicio de una reconstrucción de la izquierda que apuntaba a una desaparición en la política peruana. El reto es cómo convertir este éxito electoral en una corriente de opinión más permanente.
P.- ¿En qué debería trabajar el Frente Amplio además de la unidad si tiene intención de volver a postular a la presidencia? ¿Debería seguir apuntando a la cohesión de las distintas agrupaciones políticas de izquierda? ¿Es realmente posible conseguir la unión de todas las izquierdas?
R.- En la izquierda hay una polémica que no ha sonado mucho, pero que sí está latente. Por un lado, vemos a una izquierda más liberal, enfocada al tema de cómo hacer un Estado más eficaz, con mejor servicio a las mayorías y por otro lado, vemos a una izquierda más fundamentalista donde es muy importante el peso de la ideología y tiene como consigna la transformación de la constitución, especialmente el capítulo económico. Este tipo de políticas heterodoxas de estatizaciones, regulaciones de precios no nos lleva a ninguna parte. Esta polémica en la izquierda aún no se ha desarrollado porque todavía se mantiene el ideal de la unidad. Esta unidad tiene que ser al amparo de un programa claro, en el cual lo que se vea sea honradez, eficacia, lucha por la justicia social, compromiso con el mundo popular, pero a su vez diálogo con la inversión nacional y extranjera. Por ejemplo, uno de los casos más exitosos es el de la izquierda uruguaya que tiene esta característica de no pelearse por una suerte de ideología con las empresas extranjeras o la inversión nacional, sino más bien busca el diálogo y la colaboración para hacer un mejor país.
P.-¿Encontraremos mayor confrontación para esta segunda vuelta, considerando que PPK apoyó a Keiko en el 2011 y hasta cierta medida representan el continuismo en el sector económico?
R.- Yo creo que todos los candidatos han prometido más o menos lo mismo y que esas promesas son ideas bastante generales como el tema del gas, mejorar la educación, la salud, entre otros. Ahora ha llegado el momento de que estos ofrecimientos tengan que estar más focalizados, necesitamos saber cuáles serán los recursos que van a permitir que estos ofrecimientos se hagan realidad. En esta segunda vuelta ya no basta decir que van a duplicar los sueldos, sino que es necesario decir cómo se van a hacer. Lo decisivo es la calidad de planes de gobierno y la voluntad política del personal que lo está elaborando. Lo que viene ahora, es una labor menos populista y más de un perfil a largo plazo.